Thursday, November 06, 2008

Oumai-Ni-Uguisu (relato para sentir)

Konnichiwa!!
Esta tarde, antes de volver a la fría sala de informática de la universidad, estaba rebuscando entre la inmensidad de libros que abarrotan la biblioteca de mis padres cuando, entre ejemplares de cuentos populares y antologías de mitos, me encuentro con un librito sobre leyendas y tradiciones japonesas.
En él se explican elementos esenciales de la historia japonesa como el origen de la bandera de Japón (...insert your blue joke...) o el simbolismo del crisantemo.

Me apetece reproducir una historia cortita preciosa que expone el simbolismo de la tradición japonesa:


Un ciruelo de los jardines imperiales murió, y el emperador sintió vivamente esta pérdida, que destruía la armonía de su parque. Ordenó, pues, que fuese sustituído por otro árbol igual. Pero, por desgracia, todas las búsquedas fueron en vano, y ya se habían agotado todas las posibilidades, cuando en la residencia de un noble caballero se descubrió un ciruelo de forma y tamaño semejantes al que había sido necesario arrancar.

Los dignatarios de la corte se dispusieron a ir en su busca, para transportarlo a los jardines del palacio.
Pero antes de que el árbol fuese arrancado de su sitio, una niña se acercó a él y colgó de una de las ramas una hojita de papel.

Cuando el ciruelo fue trasplantado, el emperador lo contempló con vivo placer: todas las reglas severas de la jardinería quedaban respetadas, pues el árbol no era ni demasiado alto ni demasiado espeso, sino perfecto.
Habiendo advertido el papel colgado de una rama, el emperador lo mandó traer.
Era una de esas tiritas en las cuáles los poetas, con diestro pincel, trazan a gusto de su inspiración las estrofas que les sugiere la vista de un vuelo de pájaros en el cielo gris o los frágiles pétalos del cerezo cuando caen como nieve perfumada.

Y he aquí la poesía que leyó el emperador:

Muy augusta
es la voluntad del emperador;
pero si el ruiseñor
viene a reclamar su habitáculo,
¿Qué podré yo contestarle?

Intrigado, el soberano mandó preguntar quién había escrito aquellas líneas. Supo así que el ciruelo había sido descubierto en la residencia de un poeta celebérrimo, el ilustre Ki-no-Surayuki, y que el autor de la poesía era la hija de este.
El emperador mandó entonces que el ciruelo fuese restituído a la joven poetisa.

"El Ciruelo y el Ruiseñor" (Cuento popular japonés)

3 comments:

Anonymous said...

Sucho, ¿al final cataste los bocadillos aquellos que brotaron por generación espontánea? (envueltos y todo)
Bueno, la cabecera me gusta, pero yo cogería el asunto difuminador ese que hay en el photoshop y le daría un poco a las letras donde pone "meditabundo", porque así tan nítido se ve raro.

Chica del Tren said...

Yo creo que aqui lo que mas interesan son los bocadillos, por favor publica su destino final!!!!

Meditabundo said...

Ay los bocadillos.... terrible destino... en fín, os lo contaré, pero no lloreis.