Friday, October 31, 2008

el milagro de los panes y los peces

Día frío... Noche fría....

Hoy es un día de esos en los que no apetece moverse mucho... Un sofá calentito, la chimenea encendida chisporroteando chispas, una buen capítulo de How I met Your Mother o de Dexter... Y una buena compañía... Por detrás la ventana reflejando la furia del viento y la lluvia....

Pero, no puede ser. Me hallo un día más en la fría universidad pública (digo esto porque supongo que en las privadas tendrán incluso salas con sofás calientes y chimeneas encendidas...) con el único socorro de una pequeña estufa que trabaja, la pobre, más que yo.
Gente yendo y viniendo de una sala a otra. Me pregunto si no tienen nada mejor que hacer que pulular por la universidad un viernes por la tarde. Entonces me asomo por la ventana. Tiempo terrible para estar por la calle...

Y sigo a mis cosas. estudiar, ver series, películas, arreglar/estropear algún ordenador: RUTINA.
Un día cotidiano sin el menor atisbo de peculiaridad, hasta que... Ocurre. Algo que mezcla lo sencillo, lo absurdo y lo extraño; e incluso lo místico/paranormal.
Me levanto del escritorio un segundo para revisar un ordenador estropeado de una de las salas y cuando vuelvo... Ahí están: Un par de bocadillos de pavo. Dos bocadillos envueltos en papel de plástico que coronaban mi escritorio. Como si del milagro de los panes y los peces se tratará alguien había escuchado mis plegarias. Llevaba 4 horas allí y mis tripas se estaban empezando a quejar...
Miré hacia los lados buscando a su dueño o al que me estaba gastando una broma. Nadie. No hay nadie cerca.
Entonces me pregunto porqué dos bocadillos... hasta que en el halo del destino hallo la respuesta. A los 5 minutos se presenta una amiga por la sala. Le cuento lo ocurrido. No se lo puede creer, ella también tenía hambre... Cada vez es más raro. Me pregunto si vendrán a por ellos...
Pasan las horas y sigo intrigado con el tema. Se me ha quitado el hambre y a mi amiga no le hace mucha gracia comer algo que ha dejado un desconocido (influencias de los mails tipo "drogadictos se dedican a poner crack en los cromos que regalan a los niños a la salida del colegio"); así que los dejamos ahí.
Termina mi turno. Nadie ha aparecido, así que los cojo y me los meto en la mochila. Están intactos y junto a ellos, lo mejor de todo: algo extraño que contar.

Un día después los bocadillos siguen en mi nevera. Nadie se atreve a abrirlos... No se si llamar a Iker Jimenez o a los del vaticano.

2 comments:

María said...

Lo que se encuentra una cotilleando blogs. Me encuentro a señor Sucho filosofeando (que sepas que yo sí que te he leido, a pesar de que digas que son post extralargos). El caso es que yo acabo de inaugurar mi blog y tampoco me comentan pero ¡oye! aquí me tienes en la absoluta felicidad.
Fdo: La chica que piensa que debes llamar a Iker Jiménez.

Chica del Tren said...

Joder, y no has probado hacer lo que hacían antiguamente en las cortes? dárselo a otro y ver el resultado? ....
un poco cruel jjijiji

Me encanta tu blog pequeño :)