Ya se podía distinguir la cima.
Sólo unos metros más...
El sol nunca descansaba a esas latitudes y su cuerpo llevaba demasiado tiempo a su merced. El sudor que le recorría todo el cuerpo y que caía a borbotones por su cara apenas le dejaba abrir los ojos.
Sólo unos terruños más...
Sus manos descarnadas y llenas de arañazos no podían soportar su peso mucho tiempo más. El dolor que su cerebro recibía de todo el esqueleto ya era demasiado insportable.
Sólo unas piedras más... Y llegó.
Después de años escalando consiguió conquistar la cima. No recordaba a nadie que hubiese llegado a dónde estaba él.
Entonces durante unos segundos tuvo una sensación de liberación y orgullo que parecía justificar todo el esfuerzo anterior.
No fueron más que eso, unos instantes. Enseguida se puso de nuevo el petate y el sol y la luna le acompañaron, por turnos, de nuevo hacia el pueblo.
Sabía, después de todo, que abajo nadie le querría.
........
Muchas gracias, señor Platón.
3 comments:
Qué pasada de relato, ¿en qué libro está el original?
El original es este, Erik!! Jajaj nunca meto nada que no sea de mí. Léete el anterior a ver que te parece!
jaja pensé que el agradecimiento a Platón se debía a que era suyo. joder man pues es brutal.
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